Hay junto al Puente de Santiago, en la margen izquierda, una escalinata blanca que llega hasta el río. Muchas tardes de primavera, si cruzas el puente por su acera oeste, te llegan las voces de un niño que se encuentra allí abajo junto a su padre, arrojando pequeñas migas de pan a los patos que se acercan hasta la escalinata… o las bromas de un pequeño grupo de adolescentes que se ríen de sí mismos mientras buscan su nueva foto de instagram en ese mismo rincón, cuando la luz crepuscular inunda de brillos el Ebro y la silueta del Pilar, que se dibuja bajo la arcada del puente.
Nadie de ellos sabe que ese lugar se llama Servando Monterde Máñez; ni sabe tampoco, por supuesto, la historia que hay detrás de ese nombre… Pero si retrocediésemos 70 años en el tiempo, y buscásemos ese bello rincón de nuestra ciudad al que aludimos, sabed que lo hallaríais allí. No veríais el Puente de Santiago, ni Helios, ni la escalinata; solo un hombre junto a la orilla, inclinado sobre media docena de barcas allí amarradas y afanado en apañar una pequeña imperfección en la más cercana, que presenta unas astillas en la punta de proa.
Si os acercaseis un poco más, ése hombre giraría el rostro y hallarías en él la satisfecha sonrisa de quien se dedica a lo que más ama. De inmediato se incorporaría, os estrecharía la mano con su natural afabilidad de zaragozano, y os ofrecería una de sus barcas para dar un paseo por el río. Es Servando, “El Barquero de la Ribera”.
¿No conoces su historia? No es extraño; no era político, general, ni cantante. Y sin embargo, fue un zaragozano que valoró lo que siempre hemos tenido, que es nuestro río. Fue un emprendedor del siglo pasado que vio en el Ebro un privilegiado espacio de recreo, y accesible a todos los ciudadanos…
La vida de Servando es paralela a la del siglo XX, el siglo más convulso y difícil de nuestra historia. Nació en 1905 y murió en 1991: vivió en plena juventud los “felices años veinte” y el auge de los fascismos; la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, el franquismo y toda la Guerra Fría. Pero nuestro calafate de ribera no participó activamente de ninguno de esos episodios, pues como él mismo escribió, “He pasado más de media vida en el Ebro”. Él simplemente se aplicó a realizar un sueño que a día de hoy es una realidad en peligro… ¿Qué a qué me refiero? En nuestra ruta de El Barquero de la Ribera, hablaremos de ello y de otras tantas historias sumergidas en la corriente del Ebro… ¡Allí nos veremos!